La fauna bichística de Puerto Plata me adora. Lo mío es un algo así como "dejad que los insectos se acerquen a mí...". Que si más de diez personas deciden hacer un fuego en lo alto de la montaña y todas deben cargar palos y ramas, pues solo yo salgo masacrada por insectos varios. Y sí, así pasó. El jueves noche me uní a una expedición nocturna a lo más alto del campamento SunCampDr para observar las vistas. Al día siguiente comencé con una especie de enrojecimiento y picor en las dos manos.
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Jajaja, muy propio encontrarme esto en Facebook |
Siento que la sandalia se afloja. No, no se ha aflojado, se ha roto. "Pues yo no paro". Y el merengue que no termina, y entre vuelta y vuelta y cambio de pareja, porque muchos no daban crédito a que una blanquita rosada y blandita se pudiera mover de esa forma, dejé al personal desconcertado. Reconozco que nunca había sido capaz de causar tanta sensación con una canción. Y con la sonrisa pintada en los labios, el sudor recorriéndome las mejillas, la sandalia rota, las risas de aquella gente resonando en mi cerebro, las picaduras de las manos inflamándose y la sensación de haber disfrutado a lo grande, regresé al apartamento.
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Así comenzó todo, como la canción "Veneno en la Piel" |
ALERGIA
Tengo alergia. Las picaduras de las hormigas rojas o lo que fuera empezaron a inflamarse y decidí empezar a tomar medicamentos. Estuve grogui por dos días en los que me puse al día de todas las peliculas que han subido a Cuevana. Es una suerte que aquí funcione bien Internet y que las rapaces de los derechos de autor no se preocupen mucho de esta parte del mundo.
Nada parecía aliviar la picazón y la hinchazón de manos asi que, superando mi terquedad de solucionar las cosas por mí misma, decidí ser sensata y acudir al médico a que me echaran un vistazo y me recomendaran algún antihistamínico más potente. Y que conste que lo hice pensando en todos aquellos que siempre me decís que soy muy burra, especialmente mi madre y mi hermana. Y como a veces sí hago caso, llamé al seguro y me dirigí a la clínica privada Hospiten.
Yo quería experimentar lo local y lo público, pero pensé de nuevo en mi terquedad, en la cancioncilla de Juan Luis Guerra, y en que aquí solo me tengo yo para cuidarme, y opté por la opción privada (pequeña naturaleza la mía...). Hago un par de llamadas y, en cuanto pongo pie en la clínica, que resultó ser de capital español, todo son atenciones, cuidados y algodones. Me meten en un salita, alejada del calor de los pasillos comunes donde cientos de dominicanos esperan su turno.
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Grupo Hospitén, Puerto Plata |
Aquello, mis manos, a esas alturas se parecían más a la piel de un cocodrilo que a otra cosa. La doctora las examina con atención y me dice. Bueno, tu te estabas medicando muy bien. Esos medicamentos que te pusiste son muy buenos pero en tres días ya tendrían que haber hecho efecto. No son suficientes. Necesitamos inyectarte.
- Si, si, me lo imaginaba. Ya me ha pasado antes. por eso vengo, a que me pongan Urbason.
- ¡Ay no, mamita!. No podemos inyectarte y que te vayas. ¿Y si tienes alguna reacción?. Lo mejor es que te quedes aquí una noche y mañana estás estupenda. ¿Tienes seguro?
- Si, si tengo seguro. Uhmmmm, me digo a mi misma. Blanquita con seguro. Soy una presa del sistema. Tengo varias opciones, o me quedo y me sacan los ojos (a mi seguro), o me voy al hospital público o a un dermatólogo y pido una segunda opinión. Y la cancioncilla de Juan Luis Guerra retumbando en mi cabeza. Y la vocecilla de mi madre repitiéndome desde la conciencia, "no escatimes si necesitas algo. Cuídate". Y otras vocecillas que me repiten, también desde la conciencia, "no seas burra y deja que la gente te ayude..."
- ¿Cuánto cuesta quedarse en este hospital una noche?
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Habitación "todo incluído" anti alergias |
- Hay pues no puede porque usted ya se queda ingresada porque eso hay que tratarlo.
Y sin darme cuenta, en un periquete, estaba yo tumbadita en la habitación 411 que me pareció un palacio, con una enfermera agarrándome el brazo izquierdo para ponerme la vía para los medicamentos, y con la derecha intentando firmar la autorización para que bloquearan 2,000 dólares de mi cuenta para cubrir gastos.
- ¡Y esto por qué?
- Pues si usted decide irse sin pagar
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Esta vez fui obediente, ¡que conste! |
NOCHE DE HOSPITAL EN PUERTO PLATA
El día y la noche transcurrió fácil. Medicamento por aquí, emplastos de manzanilla por allá... la habitación fresquita, yo mirando la televisión con los ojos abiertos como platos y las gafas de sol (que las de ver las dejé en mi apartamento porque nunca pensé que acabaría ingresada). Hacía dos meses que no disfrutaba yo tanto de esa caja boba... Vamos, que tuve mi todo incluido en Puerto Plata. Habitación amplia y con vistas, aire acondicionado, ni un mosquito a la vista, Internet, televisión, revistas.... Y yo pensando en la cancioncilla de Juan Luis Guerra y en todas esas personas esperando que las atendieran. Y sí, para que no admitirlo, el dinero marca la diferencia entre que te traten a cuerpo de rey o que te mantengan a la espera eternamente. Yo, de nuevo, a pesar de la crisis, del desempleo, de las distancias y de otras muchas cosas, me sentí una privilegiada y decidí que dejaría que me cuidaran.
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Dieta anti-alergias |
El taxista se ofreció a llevarme hasta el campamento por un precio desorbitado. Tras una charla el precio desorbitado se rebajó a otro precio desorbitado. Yo le dije, "mire usted que yo no soy una turista accidental, que yo me sé los precios y viajo en ruta pública". El se puso un poco blanco pero, como sabía que hacía calor, que el sol no me puede rozar la alergia, y que tengo pensado pasarle el gasto al seguro, no cedió ni un poco más pero dijo que, a cambio, me llevaba al supermercado y me metía la compra en casa.
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Mi nueva dieta |
Aún así, no le culpo por intentar sacarme el máximo. Es nuestra responsabilidad la de no dejarnos engatusar y la de ellos intentar sobrevivir. Los negocios son los negocios. Porque en este país la gasolina y la comida son tan caras como en España pero, a diferencia de los indignados españoles mil euristas, una enfermera nocturna cobra 200 euros al mes y hace dos jornadas diarias para llevarse los 400 a casa. No, que no se me malentienda, no considero que España vaya bien, sino que hay otros lugares en el mundo donde, lamentablemente, las cosas andan peor y donde, no obstante, hay más humanidad y alegría.
SER O TENER
Porque en esta vida lo que cuenta no es lo que tienes, sino lo que eres, lo que sientes. En la parte del mundo de la que vengo aprendimos a que, por el mero hecho de estar vivos, tenemos derecho a todo. Y enfurecemos si las cosas se tuercen, aunque no querramos hacer nada ni ceder a nada, ni salir de nuestro nicho de confort, para que la situación cambie. Tan solo nos encabronamos y seguimos con nuestra desidia. Mucho blah, blah, poca acción y mucha mala leche. Y mientras el cuerpo se va ablandando por la inercia de los años, el corazón se va acorazando para resguaradarnos de nuestros semejantes que, día a día, se convierten en nuestros rivales en la carrera del consumismo y del tener.

Pero en otras partes de este planeta, hay habitantes que no conocen derechos. Para ellos la vida consiste en luchar y tirar pa´lante, conquistando el presente poquito a poco, con una gran sonrisa y mucho tesón. Aguantando las tormentas y soportando unas condiciones de vida que les endurecen por fuera pero que mantienen su corazón abierto a sus semejantes. Porque hay comunidades en las que si uno falla, fallan todos. Y aunque la vida se ponga dura y el plato se vacíe, siempre habrá para compartir. Porque donde comen diez, comen doce, aunque todos se queden con un poquito de hambre.
Por eso somos pequeñas naturalezas, como un día bien me hizo entender mi amigo Abdoulaye Kama que ya se fué. Porque en nuestro egocentrismo nos hemos autoproclamdo en la cúspide de un sistema que debe proveernos, porque nos hemos creido que debemos conseguirlo todo con el menor esfuerzo posible y porque a pesar de la indignación, el encabronamiento y el mal humor que nos va dejando surcos en la expresión, la mayoría no está dispuesta a esforzarse ni a renunciar a nada por conquistar una vida posible.
Y ahora me despido que debo dedicarle un tiempo a mi dieta tropical y ver si los perros no se comieron a los gatos persas de la canadiense. ¡Hasta pronto!. Os dejo con la cancioncilla de Juan Luis Guerra.
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