Este es un blog muy personal que nació con la idea de que los de allí estuvieran al tanto de lo que hago aquí, o viceversa, especialmente
cuando media una distancia de más de 1,000 kms. o superior al mes.
Porque las distancias también pueden medirse temporalmente, al menos
desde el punto de vista subjetivo.
Escribo 10,060 kilómetros al suroeste de Madrid, desde Buenos Aires, la ciudad de la furia (emulando a una canción de la banda de rock argentina Soda Stereo, escrita y compuesta por Gustavo Cerati).
Hace dos semanas y tres días que aterricé en destino con alma y cerebro
llenos de incertidumbre, objeciones y dudas, a la par que pocas
expectativas (pocas que no nulas, y concretas, porque ya persigo
objetivos de uno en uno). La decisión de abandonar el terruño conocido,
que ya ni tan siquiera era un nicho de confort, fue compleja. Tenía ante
mis narices un papelito que podía canjearse por un vuelo a cualquier
lugar del mundo. A cualquier lugar del mundo... Y yo, viajera
empedernida, no sabía para donde tirar. Esa fue la elección que más me
tomó, aunque al final la hice en cuestión de segundos. Porque un
instante por si solo, a veces, tiene el poder de cambiar el rumbo de
toda una vida.
Y elegí Buenos Aires por variadas razones que no vienen al caso, y que los que habitan mi presente ya conocen (conocéis). A veces me preguntan cómo se hace: dejarlo todo y empezar de cero. Me doy cuenta de que una nunca empieza tan a ras, que la mochila que intentamos vaciar de negatividades y subjetividades también está llena de vivencias y conocimientos positivos que son muy útiles y que convierten una experiencia de irse a más de 10,000 kilómetros en algo parecido a desplazarse apenas 100.
Los
pasos, me dicen a veces, necesitamos saber los pasos. ¿Qué hay que
hacer para irse? Lo que "hay" que hacer no tengo ni idea, pero sí puedo
compartir lo que yo hago, cómo me preparo, desde el punto de vista
práctico, para iniciar una nueva aventura vital.
1. Preparación mental.
Lo primero es desearlo, aunque no siempre se tenga claro. Querer intentarlo. Luego llega la fase estratégica que define la táctica a
emplear. Los que han hecho planes estratégicos ya saben de lo que hablo.
Es algo así como planificar lo necesito para llegar del punto A hasta
el B. No me refiero a temas logísticos sino intelectuales, emocionales,
mentales y hasta espirituales. Este momento, que puede alargarse por
meses y años es el más importante, aunque si uno lo piensa mucho corre
el riesgo de posponer la decisión eternamente y quedarse en su silla
elucubrando en un bucle infinito. ¡Hazlo fácil! Visiona lo que deseas
(objetivo, finalidad, razones, recursos, etc.). Investiga por Internet
noche sí y noche también -puedes hacerlo por el día, yo es que soy
nocturna- sobre lo que quieres conseguir y los distintos países donde
hacerlo, planea lo que necesitarás (ahorros, estudios, documentos
legales, etc.), mete en tu cabeza todos los recursos posibles y cómprate
el dichoso billete. Nada como la presión para apretar el culo (perdón) y
ponerse pilas para gestionar todo lo que necesitamos.
2. ¡Cómprate el dichoso billete!
Doy por entendido que ya has investigado, interiorizado lo que deseas y
que tus entrañas han mostrado preferencia por un destino concreto.
Ahora te asaltan las dudas... ¿y por cuánto tiempo me compro el billete? ¿qué día de regreso pongo?
A ver... ¿no habíamos quedado que te vas para comenzar de nuevo? ¿Vas a
ponerle fecha de caducidad a la lucha por tus sueños? Puedes hacer lo
siguiente: como ya has investigado mucho y sabes lo que te costará
mantenerte mensualmente, calcula la vuelta para cuando veas que -en caso
de que las cosas no fluyan- los recursos económicos se agotan. Claro,
tienes que dejar unos poquitos en la caja por si tienes que regresar al
terruño... Los billetes se cambian, se anulan, se compran... es solo
cuestión de dinero. Dinero, estarás pensando, es que eso es justo lo que
no tengo. Bien, si no tienes dinero vuelve al punto 1. Te recuerdo que
para irte necesitarás dinerito; siempre hacen falta recursos económicos
para subsistir hasta que uno se ubica en un nuevo país, resuelve su
situación legal y encuentra trabajo. Que esto no es salir y besar el
santo. Seamos realistas.
3. Alquila un alojamiento para las primeras semanas.
A no ser que conozcas a alguien en destino o quieras dormir bajo un
puente, necesitas buscar techo. Dependiendo de tu personalidad puedes
optar por un hostal, hotel o alquiler temporal de habitación o
apartamento. Yo siempre elijo esta última opción porque favorece mi
privacidad y tranquilidad, que es lo que más necesito cuando aterrizo.
Además, imprescindible, ha de tener buena conexión WIFI. Hay mil foros,
empresas, webs que te ayudan y te lo ponen muy fácil a la hora de buscar
y encontrar tu primer lugar de residencia. Y digo primer porque te
aseguro que habrá muchos más en no demasiado tiempo. Sí, dale con lo
mismo, hace falta dinero para encontrar un lugar decente en un barrio
seguro. Recuerda: no conoces el destino y lo primero es tu seguridad y
bienestar. Emigrar no siempre es barato, al menos hasta que se aprenden
los trucos locales; algo que, por lo general, empieza a ocurrir a partir
de la segunda semana -si uno se esfuerza por conocer y relacionarse con
los nuevos vecinos-. Olvídate de tu timidez, hay que hacer una
inmersión en la nueva cultura, pero de eso hablamos luego (cuando venga
de la compra en el súper, antes de que se "largue" a llover, porque no
me traje paraguas. ¡Claro! tengo dinero para comprarme uno, pero nunca
los utilizo ; )

5. Resetea tu mente.
Ya estás en el avión y el estómago siente mariposas, o murciélagos,
depende de cada cual. Miramos con nostalgia e incertidumbre por la
ventanilla viendo como nos alejamos de los lugares comunes. Por lo
general, yo aprovecho y me regalo una gran carcajada interior y me digo "Allá vamos, empieza la aventura. A disfrutar".
Duermo todo lo posible con la tranquilidad de que estoy haciendo lo que
deseo hacer, o aprovecho para ponerme al día de las películas (si tienes la suerte de que el avión está
equipado con pantallas individuales).
Antes de la cabezadita también hago el propósito de poner a cero el
contador de prejuicios, del "me lo sé todo", conceptos
adquiridos, etc. Voy a un lugar que no conozco y, aunque a lo largo de los años
he aprendido ciertas habilidades de adaptación, es el momento de aceptar que, según
aterrizamos, nos convertimos en un niño que tiene que aprender desde el principio.
Y como tal debemos abrazar la realidad que llega, evitando comparar
constantemente lo que nos encontramos con lo que teníamos en nuestra
amada España que, por cierto, estamos abandonando. Por algo será.
Abónate a lo nuevo y disfruta, hazte las cosas fáciles.
7. Mézclate, vive como un lugareño. Hay una herramienta que te llevará lejos si la utilizas mucho y bien: la palabra. No hace falta que anestesies a todo aquel que te encuentres por la calle, pero es importante aprender a hacer las preguntas necesarias a las personas adecuadas. Y a mantener silencio a ciertas investigaciones de ciertos desconocidos. Tu instinto te ayudará mucho aquí, házle caso. Ya... algunos que me conocen a estas alturas de la lectura ya están tirados por el suelo con lágrimas en los ojos de la risa ("Isabel calladita", piensan, y se parten). Sabéis que os quiero y me gusta sentiros felices. Ja ja ja. Personalmente pienso que las mujeres son la mejor fuente de sabiduría para conocer los recursos necesarios y básicos. Acércate con amabilidad y charla, !charla! También es muy práctico hacer algún curso (yo ya estoy en uno de Reiki) y participar en algún voluntariado (ando buscando alguno que me permita ver cómo se trabaja aquí en mi rubro -especialidad-). Lo adivinaste, adáptate en todo aquello que puedas, el lenguaje es una buena forma de empezar. Si todo el mundo dice computadora en vez de ordenador, no insistas. Aunque tu perfecto y depurado castellano debe ejemplarizar, estás en su país y ya se sabe que la cultura popular es sabia: "donde fueres haz lo que vieres".
8. Manos a la obra. Ya tienes techo y cobijo -aunque quizás estés buscando algo más económico y permanente-, has hecho algo de turismo, sabes moverte en transporte público, descansate y ametrallaste a familiares y amigos con mensajes de WhatsApp y llamadas por Skype (gracias por la paciencia gente, pero es que al principio necesitamos expresarnos aunque sabemos que allí estáis hasta arriba de trabajo y compromisos). Más o menos, podríamos afirmar que todo es más familiar y menos amenazante. Ahora toca empezar a hacer lo que vinimos a hacer. ¿Te parece? Pues como el punto 1 lo tienes bien trabajado, todo será más fácil. Empieza el momento de buscar y encontrar empleo para gestionar el permiso de trabajo, y de conseguir el permiso para que te puedan contratar... Uhmmmm, dependiendo de las leyes nacionales adivinaremos si viene antes el huevo o la gallina, y de sí en nuestro país "de acogida" nos tratan con algo más de cariño y nos ponen menos obstáculos que los que ofrecemos a los emigrantes en España. Aquí espero opiniones para todos los gustos. Las más cínicas, ácidas y clasistas se desprenderán de cabezas cuyos cuerpos nunca tuvieron que enfrentarse a retos de este tipo.
Sí,
los inmigrantes -vas aprendiendo en tus propias carnes-, son gente
valiente y perseverante con mucha resistencia al desaliento. Es tu
turno. Ah, se me olvidaba, toca mandar CVs, contactar con empresas,
rellenar casillas interminables en páginas web... Y vivir con bajo
perfil y de forma austera hasta que la oportunidad nos sonría. Y si
tarda en sonreir... pues no queda otra que agarrar lo primero que venga
para que las arcas de caudales no se agoten. En este punto es cuando uno
entiende que, a veces, extranjeros muy cualificados acaban
limpiando cristales o cuidando a ancianos -es un ejemplo- en un país
donde, además de escasas oportunidades laborales, no se acepta con facilidad lo distinto y donde las habilidades
intelectuales quedan atrapadas bajo los clasismos que no aceptan ni color de piel ni
nacionalidades diferentes. Y eso, nos guste o no, -no acepto crisis como
excusa de no hay trabajo para todos (no se me escapa que en este momento hay muchos licenciados españoles limpiando las calles en nuestro país)- predomina mucho en España: ellos a
la construcción y ellas a limpiar casas (incluso en época de bonanza).
9. Vive.
No te obsesiones ni con lo que dejaste atrás ni con lo que vendrá. Aquí
y ahora. Cree en ti, lidia con las inseguridades, las nostalgias, la
morriña y los días bajos. No te encasilles ni te definas, permítete
todas las posibilidades. Déjate llevar, con cabeza, pero permite que el
presente te sorprenda. A veces no es tan fácil porque tenemos la mente
muy estructurada; recuerda que dijimos que teníamos que resetearnos...
Como dice una frase que leí: "A veces necesitamos dejar de
analizar el pasado, dejar de planear el futuro, dejar de intentar
definir cómo nos sentimos, dejar de decidir excatamente qué es lo que
queremos y solo dejar que pase lo que tenga que pasar". Sigue soltando lastres, disfruta y lucha por tu Vida Posible.
¿Ves
que no es difícil? De hecho, en la práctica resulta mucho más sencillo
que en nuestra mente que, a veces llena de miedos, nos hace sabotaje. Ya
termino, pero se me olvidó mencionarte algo importantísimo. A veces,
cuando estás a punto de partir, encuentras una razón para quedarte.
Siempre sucede. Es así. Es el destino retándote; poniéndote a prueba
para que seas consciente de si lo que crees anhelar realmente lo deseas
de corazón o es un mero capricho de las inseguridades. Siempre fue así y
siempre lo será. Porque la conquista de los sueños supone una
renuncia.
¿A qué estás dispuesta/o a renunciar?
Larga Vida a una Vida Posible !!
ResponderEliminarMe gusta Isa.
Besos y más besos
¡Gracias Mr. Ubuntu! Se agradece muchísimo. Tú también has recorrido ese camino. y lo qu ete rondaré moreno, que se dice... Besotes y saludos a tu mami.
EliminarComo me gusta leer todo lo que escribes Isa. Ojala encuentres alla o donde sea tu vida posible....aunque aqui te echaremos mucho de menos. Mucha suerte. Un beso enorme
ResponderEliminarSandra... yo os extraño mucho, especialmente cuando estáis de tapitas por ahí. Sniffff.
Eliminar